31 agosto 2018

Relato corto




Posó su mano en su rostro. No, no era una caricia. Tras una patada jamás viene una caricia. Leo, su pequeño, se encerró en la habitación con su hermana. Descolgó el teléfono y solo pudo exclamar: ¡Ayuda! El terror le hacía abrazarse a su hermana de apenas siete meses sin parar de llorar. Los golpes, los gritos, el llanto… nada paró hasta que ella cerró los ojos y vio pasar por delante toda su vida. Los juegos de niña, la felicidad inocente, el amor adolescente, la juventud con el móvil secuestrado. Su boda a los 27, el primer insulto… la palabra puta en su frente tras sonreír al camarero del hotel durante la luna de miel. Momento de furia, simplemente. Leo viene en camino su niño, empujón y patada en el vientre pero… todo cambiará al nacer el niño. Nacimiento, bautizo, amigas cargadas con cientos de globos, maquillaje a raudales para ocultar cada enojo. Alejamiento. “Te rodean malas influencias, tenme la comida en la mesa”. Insulto, golpe, indiferencia, dolor…., “la familia en su casa, nosotros en la nuestra”. Viene la niña, Laura será la solución. Los golpes son más fuertes. Se superan los límites, ya no hay aguante, intento de huida . Es descubierta, golpeada al lado de las maletas. Su cuerpo queda inerte en el suelo mientras oye el llanto de su bebé: “lo siento Leo, lo siento Laura, leed las cartas, mamá os quiere”. Sirenas, se cierran los ojos, todo se queda a oscuras, nada se puede. Diez años perdidos, dos niños inocentes que crecen con una abuela destrozada. Cárcel, reinserción aparente.
Imagen de <a href="https://pixabay.com/es/users/Engin_Akyurt-3656355/?utm_source=link-attribution&utm_medium=referral&utm_campaign=image&utm_content=2322774">engin akyurt</a> en <a href="https://pixabay.com/es/?utm_source=link-attribution&utm_medium=referral&utm_campaign=image&utm_content=2322774">Pixabay</a>


Treinta años… buena conducta, reducción a veinte. En libertad acude a un viejo bar donde la conoció. Desde una esquina observa a una muchacha más joven que él. Una mirada, unos tragos, varios días de conversación… nueva pareja, la misma casa. Solo rumores piensa ella, solo eso. Los vecinos la observan pero no dicen nada, todos guardan silencio, como antes, cuando se oían golpes, cuando se oían gritos, cuando se sabía pero se callaba. Leo está cerca. Sus pasos se cruzan con aquella muchacha de apenas 27. “Mi madre murió a su lado, ¡cuidado!” Palabras para pensar. Indaga, descubre mas… no puede ser, todos cambiamos. Pasa un año. Furia, primer golpe y portazo. Esta vez no habrá un segundo… se va entre el silencio cómplice de quienes todo saben y todo callan. Leo la ve marchar, la mira fijamente y sin decir nada le da un abrazo.


Leo leyó todas las cartas de su madre, se hizo abogado. Hoy fue al cementerio con flores en las manos. Ante la lápida, con la voz quebrada habló con su madre:



“Mamá, a esta si la he salvado”






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