04 julio 2017

Titiritero



Jamás seas un títere en manos de nadie
maneja los hilos de tu propia función:
tu vida






Era un gran titiritero
manejaba como nadie sus muñecos;
sujetados por hilitos
deleitaban en cada teatro
seguían todas sus órdenes
creyendo que ese era el amor
sin razonar su propia humillación.


El titiritero abandonó su muñeca más preciada
cortó sus finos hilos
niña acostumbrada a sus manos
recibía una cruel puñalada
su mundo se caía en pedazos
su corazón se hizo trizas en el barro.


La muñeca caminaba ahora, libres eran sus pasos
permaneció días enteros en silencio;
un día notó el rocío caer sobre su cuerpo
ya no era una muñeca, era toda una mujer
callada por un amor que no se quedó en el ayer
un frío que impregnaba toda su piel.


Fueron muchos los tropiezos
el corazón se tiñó de luto
las lágrimas hicieron océanos
aquella mujer comprendió
su cárcel era su titiritero
un hombre al que aun así, dedica su mayor aprecio.


No volvió a dar funciones
aprendió a vivir sin instrucciones
sola, devorando todos los rincones;
un día llegó alguien, sin hilos ni telones
pintó la sonrisa en su cara
y su frío corazón, sintió las pulsaciones.

Con miedo decidió crear la esperanza
poco a poco, paso a paso
brindó su alma con mil temores
miró hacia el mundo, buscó razones
no solo halló una, halló millones
y todas se encontraban en sus propias emociones.


Adiós titiritero, recordaré los buenos momentos
intentaré matar los malos recuerdos
te desea lo mejor la mujer que era muñeca
la mujer de carne y hueso;
corta todos los hilos, no pidas razones
¡ama!, ¡ama titiritero!, el amor, ni tiene hilos, ni da razones.




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