Hoy necesitaba verte, observar como el cielo oscurecía tu frágil transparencia,
olerte, oír tu sonido armonioso.
Me acerqué a tu orilla sintiéndome pequeñita ante toda tu inmensidad,
siguiendo la luz del faro con la mirada
e imaginando un horizonte ya invisible.
El rugido de tus olas golpeando las piedras,
bañándolas de sal, ese olor marino embriagador,
tú, sólo tú... y yo,
enamorada de ti
mi mar.
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